sábado, 18 de junio de 2005

Jesús, yo confío en Ti


“Yo prometo al alma que venerase esta Imagen de la Misericordia, que no perecerá, Yo le prometo ya aquí en la tierra la victoria sobre sus enemigos, especialmente en la hora de la muerte. Yo, el Señor, la protegeré como mi propia Gloria.

Estos rayos de mi Corazón, que significan Sangre y Agua, protegen a las almas de la Ira de mi Padre. Feliz el que viva bajo su sombra, pues la mano de la justicia de Dios no le alcanzará.

A las almas que propaguen mi Misericordia. Yo las protegeré por toda su vida como una madre a su niño y en la hora de la muerte, para ellos no seré Juez, sino Redentor. En esa última hora el alma no tiene otra protección que mi Misericordia. Feliz aquella alma que durante su vida estuvo hundida en mi Misericordia, pues la justicia no la alcanzará.

La Humanidad no encontrará paz hasta que venga con confianza a mi Misericordia.

Di a la Humanidad sufriente que venga a mi Misericordioso Corazón y le daré la Paz”.